El verdadero pecado del Padre Amaro

La Crónica, 18 de agosto de 2002

El crimen del Padre Amaro muestra a un clero amoral, coludido con intereses turbios como los del narcotráfico y fundamentalmente interesado en defender su fortuna y privilegios.

   Esa película exhibe a una jerarquía eclesiástica descompuesta y corrupta. La disciplina que es elemento cohesionador de cualquier corporación, aparece diluida entre el tráfico de conveniencias y las ambiciones personales.

   En ese retrato de la iglesia, la obediencia de los sacerdotes a sus propias reglas queda supeditada al imperio del dinero. Cuando les hace falta el obispo, o el titular de la parroquia en donde se desarrolla la película, buscan imponer sus voluntades merced a la coerción espiritual o al chantaje político.

   Esa es la iglesia que se muestra en El crimen del Padre Amaro. No es una descripción lejana a la imagen de la jerarquía eclesiástica que tienen muchos mexicanos.

   Pero no es esa descripción, terrible y devastadora, la que preocupó al Episcopado Mexicano y a la corte de fanáticos que respaldaron sus quejas contra la película.

   A los obispos y dirigentes de organizaciones conservadoras que han cuestionado la película les inquietaron dos escenas que, vistas en su contexto, resultan menores.

   En una de ellas una beata desquiciada (aunque a la postre con perspicacia suficiente para aprovecharse de las debilidades de sus párrocos) le da a uno de sus gatos la hostia que ha extraído subrepticiamente del templo.

   En la otra, el joven cura que había llegado a un pueblecito para descubrir que el mundo y la vida están repletos de pasiones le pone a su enamorada el manto que le habían regalado para adornar la efigie de la Virgen que tenía en la iglesia.

   No son esas las escenas más intensas de la película dirigida por Carlos Carrera.

   Tampoco son segmentos destinados a injuriar la fe de nadie. Se trata de escenas que ayudan a ilustrar el delirio de  personajes que, con su extravagancia a cuestas, resultan absolutamente verosímiles.

 

Dos escenas polémicas

   Sin embargo los impugnadores de la película orientaron sus descalificaciones anticipadas contra esos dos pequeños fragmentos.

   No se han quejado de la descripción que en esa cinta se hace del deterioro ético de los sacerdotes allí retratados.

   No se han incomodado porque a la jerarquía de la iglesia católica se la muestre convenenciera, aprovechadiza, corrupta.

   Y no deja de llamar la atención el sesgo que impusieron para enderezar la persecución contra ese filme. A los prelados, a sus voceros y prosélitos, no les incomodó la historia del párroco que con tal de construir un hospital acepta recursos del narcotráfico a sabiendas de la naturaleza inmunda de ese dinero.  El obispo de la película jamás ignora ese origen ilegal e insiste en que las donaciones se mantengan.

   Igual que con las finanzas de la diócesis, la discutida película muestra la ancha manga de los dirigentes de la iglesia con el comportamiento personal de sus sacerdotes. “Hasta los santos cometen errores, lo importante es reconocerlos” dice el prelado al que interpreta Ernesto Gómez Cruz. Pero en la película, como en la vida real, la iglesia no castiga los errores de sus ministros.

   Ese pragmatismo del clero, que pronto deviene en cinismo, es descrito de una manera tan congruente y clara que resulta fácilmente identificable con realidades que todos conocemos.

   Ese es el auténtico pecado del Padre Amaro. La película enseña la faz descompuesta de una iglesia sustentada, al menos en alguna medida, en la presión espiritual sobre los que no tienen mas que su fe y que termina asociada con los poderosos.

 

Personajes arquetípicos

   La verdadera falta de la cinta radica en su demoledora verosimilitud.

   Una dirección impecable, obra de un cineasta maduro, que sabe su oficio y goza con él, logra hacer del espléndido guión de Vicente Leñero, a partir de la novela de Eca de Queiroz, una película cinematográficamente sólida. Gracias a los destemplados enconos que ha suscitado, ahora es además una película política y moralmente acreditada.

   El reparto es excelente. El padre Benito, protagonizado por Sancho Gracia, es el cura mandón y acomodaticio que puede encontrarse en centenares de pueblos y en no pocas parroquias urbanas. Rígido en asuntos veniales y complaciente ante grandes pero redituables pecados sabe encontrar, para aprovecharla, la viga en el ojo ajeno. Su amistad con la mujer que satisface sus apetitos gastronómicos y carnales, actuada por la experimentada Angélica Aragón, forma parte de la red de complicidades que sostienen el trato entre la parroquia y sus feligreses.

   Y qué decir de Dionisia, la loca del templo, protagonizada por Luisa Huertas en un papel que merece un aplauso especial.

   O del presidente municipal, un muy creíble Pedro Armendáriz que despotrica contra la influencia poder de las sotanas pero que cuando considera que hace falta se allana convenientemente a ella –aunque tenga que tomar como coartada a Benito Juárez–.

   La caracterización de personajes arquetípicos siempre es riesgosa. Cuando se hace sin cuidado, puede ser un ejercicio al borde de la petrificación o de la caricatura. Carrera y Leñero eluden airosamente esos riesgos gracias a los matices que incorporan a sus personajes.

   Esos personajes son estereotipos de muchos otros que todo ciudadano (y ciudadana, claro) han conocido o de los que han tenido noticia. Sacerdotes que tienen amantes, devotas perturbadas entre el incienso, la soledad y el fanatismo, jerarcas eclesiásticos capaces de tasar los pecados en pesos o dólares, gente del pueblo soliviantada por la iglesia en contra de quienes la desatienden o cuestionan.

   Pero además, y de allí el neurálgico realismo que muestran, se trata de personajes de carne y hueso. Los curas de la película son individuos con pasiones e intereses. Se entusiasman con el futbol, beben y bromean, sufren y fornican.

   Alguno de ellos se duele de la obligatoriedad del voto de castidad. “Ay, hijo, es más fácil que haya un Papa mexicano a que la iglesia suprima el celibato”, dice uno de los más curtidos. La cinta de Carrera cala en uno de los asuntos más delicados que no ha podido resolver la iglesia católica, entrampada entre la autoritaria ortodoxia de sus dirigentes y las exigencias de sus ministros y feligreses que desearían una iglesia capaz de reconocer las realidades de la sociedad y la gente.

 

La integridad de Natalio

   Justamente, los dos protagonistas éticamente más auténticos de la película son aquellos que no se avergüenzan de sus pasiones –y no nos referimos a las de índole sensual–.

   Uno de ellos es el joven periodista (cabalmente protagonizado por Andrés Montiel) sobre quien se alza la cólera de una jerarquía eclesiástica herida cuando son develados algunos de sus negocios. Ese reportero va del ímpetu al compromiso no como resultado de una vocación épica sino porque las circunstancias lo colocan en posición de publicar una noticia incómoda. Todo lo contrario es el editor del periódico que asegura que su interés único es publicar siempre la verdad, pero que admite que las informaciones escandalosas le sirven porque así vende más ejemplares.

   El otro personaje es el cura comprometido con los campesinos con los cuales ha sido enviado a vivir en una aldea lejana. El padre Natalio había elegido su vocación antes de que fuera puesta a prueba. Su adhesión a la teología de la liberación permite ubicarlo dentro de las tensiones reales que trastornan a la iglesia, pero en su actitud no hay falso voluntarismo.

   Ubicado en una zona donde el narcotráfico se extiende con todas sus consecuencias corruptoras y criminales, Natalio muestra una fría serenidad ante vicisitudes que no le toman por sorpresa. Estupendamente protagonizado por Damián Alcázar, ese personaje está con los pobres más allá de la oración y se niega a predicar una falsa resignación ante la violencia. Natalio tiene una integridad de la que carecen casi todos los demás que se muestran en la cinta: es el único consecuente con su vocación y sus principios. La admiración que le confiesa el padre Amaro confirma las simpatías que le tienen los creadores de la película.

 

Ni héroe, ni víctima

   Multientrevistado con motivo del escándalo reciente y encumbrado gracias a otras cintas que ha estelarizado, Gael García Bernal representa a un Padre Amaro que se deja llevar por acontecimientos que nunca alcanza a controlar. No es un héroe, ni tampoco víctima. Se trata, como todos los demás, de un personaje que encuentra la oportunidad de hacer elecciones vitales que le acarrearán sorpresas, consecuencias y costos.

   El cura recién ordenado que llega con los ojos muy abiertos y el futuro despejado al pequeño pueblo de Los Reyes, exhibe la frescura y el candor de sus 24 años. Todo le resulta fácil, incluso a la hora en que está en riesgo su carrera sacerdotal. El encuentro con la joven Amelia tendrá las consecuencias que ya conocen incluso quienes no han visto la película, pero la trama no se limita a ese pecado. Antes de ello el relato cinematográfico se beneficia de la lozana coquetería y el también bisoño fanatismo de la muchacha, pulcramente interpretada por Ana Claudia Talancón.

 

No hay burla religiosa

   A diferencia de las descalificaciones que ha recibido, El crimen del Padre Amaro no se burla de las imágenes ni de los símbolos religiosos. Las que a sus cuestionadores les han parecido transgresiones o faltas de respeto, son situaciones inherentes al mundo colmado de insensateces que llega a existir en el ámbito ominoso de una pequeña parroquia.

   Sin que sean su propósito principal, esas escenas cumplen el papel desacralizador que tienen muchos segmentos similares en películas de Luis Buñuel o de otros cineastas que se han ocupado de temas religiosos con una mirada no complaciente.

   Allí también se retrata la manipulación de la fe, con algún sesgo que recuerda a Canoa de Felipe Cazals. No es casual que el productor de El Padre Amaro sea Arturo Ripstein, autor de cintas desacralizadoras del falso moralismo religioso como El Evangelio de las Maravillas y La viuda negra.

   Pero a diferencia de algunas de esas cintas el meollo de El Padre Amaro no es la sátira o la crítica del fanatismo sino de las muy terrenales prácticas de algunos sacerdotes.

   El crimen del Padre Amaro no se burla de imágenes, ni de símbolos religiosos, sino de los curas tramposos.

 

Iglesia que promueve el odio

   La exhibición de la película fue retrasada varias semanas para que no coincidiera con la visita del Papa. La jerarquía de la iglesia católica consideró que hubiera sido impropio que El padre Amaro estuviese en cartelera mientras el jefe del Estado Vaticano se encontraba en México.

   Su exhibición ahora, después de los arrebatos de sincera o supuesta religiosidad del actual gobierno mexicano ha permitido, en contra de los deseos del clero, q    ue la película tenga un efecto más significativo.

   Si en las semanas anteriores fuimos testigos de la transgresión a disposiciones constitucionales y tradiciones históricas por parte del gobierno, la exhibición de esta cinta permite constatar que, a pesar de todo, nuestras leyes en materia de libertad de expresión sí cumplen en casos polémicos como este.

   El clero y sus socios han buscado provocar la animadversión de la sociedad en contra de esa cinta pero no han podido impedir que sea vista por quienes quieren hacerlo.

   Gracias a su exhibición, aquí y ahora, El crimen del Padre Amaro permite que los mexicanos reconozcan la vertiente aciaga, contraria a las actitudes piadosas, que existe en la iglesia. 

   En vez de reconocerla como un retrato de comportamientos que la misma iglesia ha tenido que admitir en distintos sitios del mundo, el clero mexicano quiso entender a esta película como un desafío y ha querido enfrentarla con sus peores recursos: promoviendo la descalificación infundada y el odio, movilizando a partir de la exaltación delirante de valores religiosos cuya fuerza real se encuentra en las convicciones íntimas de cada creyente y no en el tratamiento que reciban en una película.

   La exhibición de la cinta, aquí y ahora, permite comprobar que si bien la iglesia católica tiene gran presencia en la fe religiosa, no necesariamente define las decisiones de los mexicanos en otros aspectos de su vida cotidiana. Además de creyentes, son adultos que ejercen su capacidad para elegir, discernir, contrastar y entretenerse como cada uno de ellos decida.

   La concurrida asistencia a las salas en donde se exhibe esa película comprueba que los mexicanos, en esos terrenos, quieren y saben comportarse como ciudadanos. A pesar de las intimidaciones propagadas para que la gente no la viera, el extendido interés por esa cinta es un llamado de atención para que el clero entienda que los mexicanos no le permiten sustituir su capacidad de elección y discernimiento.

   La asistencia de decenas de miles que este fin de semana están acudiendo a ver la cinta de Carrera constituye una plausible derrota del conservadurismo mexicano. Además los espectadores se encuentran con una película de notable calidad, que devela un retrato descarnado de vicios y lacras de la iglesia católica. Mostrar esos defectos –y no el atentado a símbolos o convicciones religiosas– es el verdadero pecado del Padre Amaro.

Correo electrónico: rtrejod@infosel.net.mx

Página web: http://raultrejo.tripod.com/

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14 comentarios en “El verdadero pecado del Padre Amaro

  1. me perece que es una excente pelicula ya que muestra la realidad de muchos sucesos que pasan en la iglesia catolica y rebela sus tabues.
    gracias por ser tan explicito en sus excenas mostrando la sociedad y el poder.

  2. Resultado de una busqueda acerca del «crimen del padre Amaro» halle su analisis que convella a mi parecer la esencia de las intenciones del realizador.
    No me parece ser una pelicula anti religiosa sino no mas bien un filme revelador de las contradicciones humanas en el mundo espiritual y de la dificultad de la conciencia humana ante el poder creado por la manipulacion de la sabiduria. Tanto Dionisia como el padre Amaro son la cara y la cruz de la misma moneda pero con metas diferentes . Una defiende sus conocimientos a pesar de que no la acepten en la sociedad y el otro,por ser cura manipula la vida de los seres que le escuchan.El drama pues de la manipulacion mental al servicio de la ambicion y no al de la fe.Gracias por su articulo

  3. yo estoy deacuero la pelicula es muy buena pero en realidad pienso que la muchacha es la tentacion ya que ella inocentemente se le muestra y y el no resiste al ver su virginjidad `pienso que dios lo podria perdonar si no siguierra como sacerdote sino fuera sincero consigo mismo y decir no al sacerdocio para eso hay que tener vocacion

  4. Me parece una verdadera realidad lo que acontece en la película, cada personaje describe la postura real de cada situación, nos muestra lo que está pasando y ha pasado aunque muchas personas no les gustó en lo personal me ayuda a ver más alla de mis ojos, la polémica del aborto que finalmente se ha fomentado dentro de la iglesia católica, no cabe duda que siempre hay algo más alla de cada iglesia, lo peor del caso es que muchos sabemos que sucede esta actuación de la película en la vida real y nos conformamos nada más con decir, ¡es cierto y feo pero no pasa nada! un conformismo que nos perjudica a todos los ciudadanos, actualmente y de moda los pederastas debotos utilizando la fe y la religión abusan de la sociedad no importando los traumas de las victimas.

  5. La pelicula es muy buena, y ante los ojos de Dios seremos todos Juzgados por nuestros actos, me gustaria saber sobre la bibliografia de este supuesto sacerdote, a mi me descomulgaron por querer acer oido de lo que esta pasando en mi ciudad, he sido perseguido mediante secuestros, golpes, amenzas, hasta me inventaron causa, por denunciar lo que esta pasando dentro de esa casta, donde se creen los inmaculados, puritanos y solo sacian su sed mediante la inosencia de los de corazones blandos, «el habito no hace al monje»en la biblia esta que «(…) no todo aquel que me llame Padre sera reconocido como mi hijo…», la pelicula es una de las tantas cosas que pasa en la vida real, si Cristo bajaria ahora en la tierra lo volverian a crucificar, «hay de aquellos que se hacen pasar por buenos pastores…», exelente nivel de lectura en el que se demuestra a un sacerdote que tiene el poder en esta tierra de hacer lo que quiere tambien con el poder politico y despues «piden perdon». jesus no necesita embajadores, sino que se arrepientan. sino miren la historia de Juana de Arco, donde la misma Iglesia la traiciona.

  6. muy buena pelicula.. mi pregunta es si esta peli sera basada en una historia de la vida real????????

  7. TODOS SEREMOS JUZGADOS SEGÚN NUESTRAS OBRAS, TODOS. PERO LO QUE MUESTRA ESTA PELÍCULA NO SUCEDE EN TODAS LAS PARROQUIAS, GRACIAS A DIOS.HE CONOCIDO SACERDOTES DE VIDA EXTRAORDINAMRIAMENTE SANTA, HUMILDES, E INCANSABLES TRABAJADORES EN LA SALVACIÓN DE LAS ALMAS.NO HAY QUE GENERALIZAR.YA JESÚS ADVIERTE SOBRE EL DESTINO QUE LE ESPERA A QUIENES POR SUS ESCÁNDALOS ALEJEN ALMAS DE DIOS.

  8. A MI NADA DE ESTAS COSAS Y PECADOS DE RELIGIOSOS ME APARTARÁN DE MI AMOR POR MI IGLESIA, POR JESÚS Y LA VIRGEN MARÍA.REZO MUCHO POR LA SANTIDAD EN LOS SACERDOTES, PORQUE SI A NOSOTROS EL DEMONIO NOS TIENTA CON «FLECHITAS» PERMANENTES, A LOS SACERDOTES LOS TIENTA CON «MISILES».ESTAMOS EN EL FINAL DE LOS TIEMPOS,Y LA ESCOBA DE DIOS ESTÁ SACANDO TANTO A LOS SACERDOTES CON DOBLE VIDA, COMO A LOS CRISTIANOS QUE LLEVEN UNA DOBLE VIDA, SOLO SE SALVARÁN QUIENES PERMANEZCAN FIELES Y EN OBEDIENCIA A DIOS HASTA EL FINAL.LA VIRGEN EN SUS ACTUALES APARICIONES EN MEDJUGORJE, YUGOSLAVIA , ESTÁ PIDIENDO ORACIÓN, PQ DETRÁS DE TODO LO QUE VI EN LOS PERSONAJES DE ESTE FILM , SE VE CLARAMENTE EL TRIUNFO DEL DEMONIO EN ESAS ALMAS.SIN ESPIRITUALIDAD, TODOS ESTAMOS FÁCILMENTE EN MANOS DEL DEMONIO.QUE DIOS TENGA MISERICORDIA DE TODOS NOSOTROS,KARINA

  9. Hola me parecio bueno el articulo pero no la critica de la pelicula ya que algunos opinologos no son profesionales para evaluar peliculas

  10. Pues la historia se basa si en un hecho real ya que como dice el hecho de ser sacerdote no le quita de ser hombre el pecado esta justifiaado ya que los dos ella y el padre calleron en tentacion ya que la muchacha deseaba que su primera vez fuera con alguien igual, que no hubiera tennido sexo ya que ella estaba conciente que no se le cumpliria su deseo, pero al igual fue pecado y si es un hecho real yo conosco a un tipo en la vida real que iba aser sacerdote y despues de salirse del seminario demostro como era tal cual un ojo alegre hasta donde no agarrado de las manos con chicas que tienen novios aparte dice ya muchas cosas ofensia y solo se retracta diciendo que el no es sacerdote, aparte bus cando niañs inocentes para hacerlas caer en tentacion al gramo el superaria al padre Amaro en la peliculo y en la vida real es mas si decidiaeran volver hacer esa pelicula con cosas mas ofensas ala iglesia catolica el sin ensañar seria todo un profesional es mas el padre amaro respeta mas las reglas de la carrera sacerdotista que el el si es un profesional y con mas razon prohibirian esa pelicula, pero mas por que el se disfraza de un chavo incomparable para tener mas niñas detras de el pero cuando tiene lo que quiere ya no es asi como el se disfraza de ser como es.

  11. Creo que es una triste realidad y por lo que he visto en todo nuestro querido México pasa en los pueblos chicos donde la iglesia se aprovecha de la fe de la gente, no pasa creo yo en las grandes ciudades: es un abuso, di la fe es real no deberían existir las limosnas

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