Al fin: todo en 15 minutos

La Crónica, 8 de mayo de 2005

Las expectativas acerca de la reunión en Los Pinos fueron desmedidas. Del presidente Vicente Fox y de Andrés Manuel López Obrador, había quienes presumían una mayor interlocución ya que se trata de los dos personajes más relevantes en el panorama político mexicano de nuestros días. Pero el viernes ambos confirmaron que no están a la altura de tales presunciones.

   Acosado y aburrido, el presidente de la República no ha sido capaz de tener una línea clara ni siquiera en el nuevo trato que hace once días resolvió dispensarle a López Obrador. Para el presidente Fox, dejar saldado el intenso y costoso diferendo con el jefe de Gobierno del DF pareciera significar hacer a un lado la necesidad de alternar con él. Acaso por ello la Presidencia de la República insiste a diario en que el desafuero y sus implicaciones quedaron resueltos. El titular del Ejecutivo Federal se incomoda tanto con López Obrador que no es capaz siquiera de interesarse en un diálogo creativo y provechoso con ese inevitable interlocutor suyo.

   Envalentonado y ambicioso, el jefe de Gobierno de la ciudad de México quería todo y salió con las manos vacías de Los Pinos. Ahora reconoce que el pacto político que busca para darle estabilidad a las elecciones del año próximo no surgirá únicamente de la decisión suya y del Presidente de la República. Se le había olvidado que aun hay partidos políticos que es a quienes corresponde entablar compromisos de esa índole. Y que los comicios federales están garantizados por la legislación y la institucionalidad que respaldan al IFE.

  

“No quiero llegar”

   Para el presidente Fox la reunión que tendría en sus oficinas, en punto de las 6 y media de la tarde, con López Obrador, era una auténtica monserga. No escondió el disgusto que le producía ese encuentro y un poco antes, en León, cuando hablaba delante de un grupo de empresarios, lo dijo con toda claridad: “Una disculpa porque abusé de su tiempo, lo que sucede es que no quiero llegar a México y quiero tardarme lo más que se pueda».

   La frase fue registrada por el diario Reforma, el cual también dice que no apareció en la transcripción oficial de esa ceremonia.

   El presidente no quería regresar a la capital del país. Hubiera preferido marcharse al rancho en donde suele encontrarse tan a gusto. Pero no podía faltar a la cita con López Obrador. Allí estuvo, pero la desazón que le producía ese encuentro le impidió aprovecharlo y lograr que le fuera útil al país.

   Si lo que se buscaba con el cónclave en Los Pinos era ofrecer una imagen de concordia entre dos personajes que hace menos de dos semanas mantenían una gravosa contienda política, difícilmente se puede considerar que la reunión sirvió para eso.

   Si se pretendía simplemente era quitarle a López Obrador la bandera que acostumbraba levantar al exigir que el presidente lo recibiese, también habrá sido un encuentro infructuoso porque en pocas semanas el jefe de Gobierno local podrá quejarse del distanciamiento que le impone el titular del Ejecutivo Federal.

  

Bitácora de la Cumbre

   La reunión del viernes por la tarde no sirvió siquiera para la foto. Las imágenes que se conocieron de ese encuentro han sido las de López Obrador cuando llega con notoria puntualidad a la residencia presidencial y cuando sale del encuentro mucho más rápido de lo que cualquiera de los reporteros allí presentes hubiera esperado.

   Del diálogo que tuvieron se conoce únicamente la versión de López Obrador. De acuerdo con esa información se ha podido saber que en el transcurso de la entrevista:

   1. El presidente y López Obrador se saludaron. El jefe de Gobierno también debió haber saludado al subsecretario de Gobernación, Felipe González, que auxilió a Fox en la reunión.

   2. Mencionaron el tema del desafuero pero acordaron discutirlo en otro momento.

   3. Hablaron de las elecciones de 2006 e hicieron votos para que se realicen en paz y con limpieza.

   4. López Obrador propuso que haya un acuerdo político que otorgue certeza a dichos comicios.

   5. El presidente le respondió que ese asunto corresponde resolverlo a los partidos, al IFE y al Tribunal Elector al del Poder Judicial de la Federación.

   6. López Obrador le entregó al presidente un informe sobre la Seguridad Pública en el Distrito Federal entre diciembre de 2000 y el 30 de abril de 2005. Le explicó el contenido de ese documento, así como las reuniones que tiene todas las mañanas con los funcionarios de su gobierno que atienden asuntos de seguridad. También le dijo que en 70 puntos de la ciudad cada mañana hay reuniones similares.

   7. López Obrador se ufanó de la que consideró disminución en los índices delictivos en la ciudad de México. Dijo que nunca habían sido tan bajos desde 1993. Le explicó al presidente la evolución de indicadores como los de robos de vehículos y homicidios. Comparó esos datos con los de administraciones anteriores y con la evolución de los delitos en otras entidades del país, contrastó promedios y concluyó que la delincuencia está disminuyendo en el DF.

   8. El presidente Fox le respondió que él contaba con otros datos que le entregan cada mes. Pero, según López Obrador, añadió que desde luego el informe que estaba recibiendo era más ambicioso porque incluía un recuento desde que comenzó el actual sexenio.

   9. López Obrador le mencionó entonces su aceptación para que el Distrito Federal se incorpore al Seguro Popular que el gobierno del presidente Fox ha promovido y que había sido rechazado por la administración local. Le explicó, con datos de beneficiarios, el sistema de seguridad social que existe en la ciudad de México. Añadió que su gobierno no quiere obstaculizar la existencia de otras opciones y que está de acuerdo en que se firme el convenio respectivo.

   10. El presidente Fox le respondió que tomaba nota de ese interés y anunció que le daría instrucciones al Secretario de Salud para la firma de dicho acuerdo.

   11. López Obrador, a continuación, invitó al presidente para que lo acompañe el 29 de mayo en la inauguración de varias obras viales, del Metrobús de Insurgentes el 19 de junio y del edificio de Relaciones Exteriores el 29 de julio.

   12. Además le propuso que en esas fechas, o en otras, se vuelvan a reunir para evaluar temas como la seguridad pública o la rehabilitación del Centro Histórico.

   13. El presidente Fox tomó nota de las invitaciones pero no se sabe si las aceptó. Tampoco se ha dicho qué comentó cuando fue convidado a inaugurar un inmueble –el de Relaciones Exteriores– que es propiedad del gobierno federal.

   14. No se ha explicado a iniciativa de quién terminó la reunión. Pero el presidente Fox, el jefe de Gobierno y el subsecretario González tuvieron que haber dedicado algunos instantes para hacer a un lado la taza de café que no se sabe si apuraron, ponerse de pie, estrecharse la mano y decirse buenas noches.

 

Inusitada velocidad

   Todo eso ocurrió en aproximadamente 15 minutos. López Obrador llegó a Los Pinos, a bordo de su austero automóvil, a las 18.30 en punto. A las 18.51 el vehículo ya estaba saliendo de Los Pinos.

   Descuente usted el tiempo que le habrá tomado descender del coche, subir las escaleras, aguardar a que el presidente apareciera y el resto de las formalidades propios de una entrevista de esa índole.

   El presidente Fox y López Obrador no deben haber conversado más de 15 minutos.

   En ese tiempo desahogaron los temas antes enumerados. Más o menos un minuto para cada asunto.

   En un minuto mencionaron el desafuero y coincidieron en que la solución que le encontró el presidente Fox había sido pertinente. Al siguiente, confirmaron sus buenos augurios para el desarrollo político del país.

   En otro minuto el jefe de Gobierno resumió su propuesta de acuerdo político y en uno más el presidente le dio su opinión.

   En un minuto López expuso la situación de la seguridad pública en el DF, luego presumió la disminución de delitos y en otro escuchó los reparos  que al respecto tiene el presidente Fox.

   Al minuto siguiente el jefe de Gobierno aceptó el Seguro Popular, no sin jactarse de la dotación de medicinas y servicios médicos que hay en el DF. El presidente reconoció esa aprobación.

   En los 60 segundos que siguieron López Obrador le hizo tres invitaciones y le pidió otras tantas audiencias.

   Y se acabó la reunión.

 

Entendimiento express

   Ante esa inusitada diligencia, posiblemente habrá que desechar opiniones como las que incorporamos al comienzo de esta columna y asumir una perspectiva más optimista.

   ¡Qué capacidad de acuerdo –podemos afirmar a partir de la celeridad antes descrita– tienen el presidente Fox y el jefe de Gobierno!

   ¡Qué precisión deben lograr en sus argumentos, cuánta claridad han de ofrecerse mutuamente!

   ¡Qué decantadas han quedado sus diferencias y qué gran labor de preparación previa han debido haber logrado sus asesores para aceitar el funcionamiento de la reunión!

   Hablando se entiende la gente. Ahora queda demostrado que si tenían diferencias era simplemente porque no se encontraban a conversar. ¡Qué enseñanza le brindan esos dos personajes al resto de la sociedad y al país!

   Es evidente que los licenciados Fox y López Obrador han tenido discrepancias. Pero las hicieron a un lado y consiguieron dialogar, de manera por lo visto tan fructífera.

   En ese plano, no resultará exagerado considerar que si después de haber mantenido rencillas tan intensas y desgastantes son capaces de ponerse de acuerdo en apenas un cuarto de hora debe ser porque, cuando estuvieron frente a frente, algún rapto de concordia y realismo los iluminó.

   ¡Qué lección le ofrecen al país después de la temporada de angustia y confusión que dominaba al ánimo público!

   ¿Qué podrán decir, luego de esa muestra de conciliación express, los dirigentes y partidos políticos que tanto se consumen en querellas mutuas? ¿Cómo reaccionarán los legisladores que mantienen tantas dificultades para arribar a decisiones comunes? ¿Y qué dirán diputados y senadores tan proclives a extensas peroratas al cabo de las cuales el acuerdo se extravía en medio de toneladas de retórica?

 

“Doblemente buena”

   Gracias a la afable disposición del jefe de Gobierno del DF, el presidente de la República consiguió hacer realidad uno de sus compromisos tan ingratamente pospuestos: resolver un problema nacional en 15 minutos.

   Claro que el DF no en Chiapas ni López Obrador es Marcos, pero detenernos en esas minucias resultaría una mezquindad.

   Desde ahora no habrá quien le regatee al licenciado Fox el mérito del cuarto de hora.

   Ni, a los dos, el mérito de la concertación súbita.

   López Obrador dijo que salió satisfecho. La corta duración de la entrevista, lejos de incomodarle, la evaluó como una virtud. Ella, aseguró, “fue productiva, breve y buena, por eso doblemente buena”.

   A juzgar por esa explicación el tiempo que tuvo para resumir temas como la situación política del país, la inseguridad también con parámetros nacionales y la dotación de servicios médicos fue suficiente. Uno por minuto.

   ¡Qué extraordinario talento para la síntesis demostró el jefe de Gobierno! Y, en correspondencia, ¡qué desarrollada aptitud de entendimiento exhibió el Presidente de la República!

   Y eso que no utilizaron power point.

Correo electrónico: rtrejod@infosel.net.mx

Página web: http://raultrejo.tripod.com/

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