Estos días sí fueron de campaña, a pesar de las discutibles decisiones del IFE para aplazar el proselitismo político. Pero la propaganda no estuvo a cargo de los aspirantes a gobernarnos, sino de quien tiene tan anticipada necesidad para comenzar a despedirse que lo hace ocho meses antes de dejar el poder.
La ceremonia del adiós que el presidente Felipe Calderón organizó para sí mismo tuvo la arrogancia de un culto a la personalidad que muchos creían que había terminado con el viejo régimen priista, junto con el candor del gobierno del PAN cuyos propagandistas consideran que pueden moldear el ánimo de la sociedad a fuerza de spots.

Durante varios días de inauguraciones, encuentros, entrevistas y en la ostentosa celebración en el Auditorio Nacional, el presidente Calderón se ufanó de sus logros. Sin duda, en los 64 meses que lleva el actual gobierno ha tenido méritos. Pero la alabanza en boca propia nunca difumina del todo los yerros y el presidente Calderón, además de inverosímilmente triunfalista, es notablemente reacio a la autocrítica.
Habíamos creído que la fascinación por los reflectores era defecto solamente del presidente Fox. Pero su empeño para acaparar los medios da cuenta de una reveladora necesidad de legitimación por parte del actual presidente de la República. Seguir leyendo «Calderón en campaña»