
José Antonio Meade con Carlos Aceves del Olmo.
Publicado en Crónica el 27 de noviembre
Así tituló don Daniel Cosío Villegas uno de sus memorables artículos en Excélsior, el 14 de febrero de 1969. El de entonces, como les constó a los estudiantes agredidos cuatro meses antes, era un país autoritario. La sociedad emergente que intentaba expresarse era desdeñada e incluso reprimida. En la prensa había una uniformidad forzosa, con escasas y arriesgadas excepciones. El Presidente concentraba facultades formales e informales y tenía en sus manos el control del sistema político. De la voluntad presidencial dependía quién lo sucedería sin que la opinión de otras voces tuviera que ser considerada. El tapadismo era costumbre política, tradición autocrática, expresión de esa voluntad única y formaba parte de una picaresca en la cual, a falta de democracia, se amparaban los ciudadanos comenzando por los comentaristas políticos.
Ahora el tapadismo, y el dedazo que lo resuelve, son parte de “la liturgia del PRI” según el presidente Enrique Peña Nieto. No todos los priistas comulgan con esa costumbre pero pocos lo dicen de manera abierta. El tapadismo y su obediente aceptación constituyen prácticas antidemocráticas, pero además regresivas, que hace medio siglo suscitaban el irónico asombro de Cosío Villegas y que Peña Nieto y su partido han recuperado. Seguir leyendo «¡Ya viene el tapado!»