
Publicado en La Crónica el lunes 29 de marzo
A algunos nos horrorizan las imágenes de las multitudes que abarrotan terminales de transporte y centros de recreo, ansiosas de vacacionar. Las advertencias sobre una tercera ola de contagios no atenúan esa ansia literalmente desbordada para romper el confinamiento y, de manera inevitable, incumplir la sana distancia.
Hay algo de autoengaño y necedad en esa inconsciente persecución del contagio. Para quienes han querido entender existe información abundante sobre la transmisión aérea del virus, el riesgo de las nuevas cepas, la insuficiencia de las vacunas y la necesidad de mantener todas las precauciones. Los vacacionistas tumultuosos dan un salto al vacío apostando a que las probabilidades y la suerte los favorezcan.
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