Publicado en Crónica el lunes 25 de septiembre
1. La solidaridad ha sido vehemente, comprometida, abrumadora. A cada calle encontramos generosidad y valor. Ante cada edificio colapsado, la abnegación de millares hace de la ciudadanía un ejercicio de responsabilidad más allá de los límites. En cada punto de acopio, la magnanimidad de millones es clave de una nueva convivencia. Hay un sentido común que antepone la vida de los otros para poder ser nosotros.
Por unos días la grandeza se desparrama y el bien general es prioritario, antes que el interés individual. De cara a la emergencia estos hombres y estas mujeres que admiramos removiendo escombros, transportando medicinas, confortando a desconocidos, dejan de ser el lobo del hombre y construyen, en la tragedia, un momento de civilización y humanidad. Ante la desgracia nos reconocemos como iguales pero, más aún, como integrantes de una colectividad. Las desdichas de uno son de todos. El salvamento y la reconstrucción son responsabilidad común. Seguir leyendo «Nuestra fuerza»