En defensa del voto nulo

Publicado en Crónica el 18 de mayo

VotoNulo

Anular el voto es, antes que nada, una reivindicación de las elecciones como vía y garantía de la democracia. Quien anula el sufragio padece y enfrenta un incómodo dilema: está tan convencido de que hay que defender a las elecciones que por eso acude a las urnas. Pero al mismo tiempo está persuadido de que ninguno de los partidos le gusta. Terrible contradicción: hemos construido un sistema electoral profundamente complejo y costoso y sus principales beneficiarios son partidos marrulleros, aprovechados y/o desnaturalizados. En esas condiciones, anular el voto es un ejercicio de responsabilidad cívica. Con ese gesto rechazamos a los partidos pero defendemos a las elecciones.

No todos piensan así, desde luego, y en el elenco de posturas ante las elecciones se encuentra una de las riquezas de la democracia. Los más insistentes adversarios del voto nulo son simpatizantes de algún partido. Les parece que entre quienes se proponen anular hay votantes que podrían ser reclutados. De allí su obstinación para advertirnos que invalidar la boleta termina beneficiando a los partidos con más votos.

Ese argumento es falso. Los partidos con clientelas electorales más numerosas de cualquier manera tendrán votaciones altas que les favorecerán en la distribución de diputaciones plurinominales, así como de las prerrogativas que se otorgan a partir de los votos. Aquellos que dicen que la anulación les conviene a los partidos grandes (sobre todo piensan en el PRI) suponen que, si no anularan, los ciudadanos que se plantean esa opción votarían por alguno de los partidos de la oposición.

Por eso son tramposillas o demasiado voluntaristas, las cuentas de quienes impugnan la anulación diciendo que así se respalda al PRI o al PAN. El voto de quienes anulan no se le resta a ninguno de los partidos porque no estaba comprometido con alguno de ellos. Luego, entonces, no era un voto antipriista, ni antipanista, ni contra ningun otro.

Específicamente, muchos de quienes se han manifestado contra la anulación pretenden que en vez de ejercer ese recurso los ciudadanos expresen su descontento votando por alguno de los partidos considerados como de izquierda. Ese cálculo es demasiado condescendiente. Cada ciudadano tiene sus propias motivaciones y son definitivamente respetables las decisiones de aquellos que votarán en libertad por uno u otro partido. En lo personal, me dan envidia las certezas de quienes encuentran motivos para votar. Algunos anularemos porque no compartimos ese optimismo, o esa resignación.

Los motivos para no votar por el PRI son parte de nuestra historia y desembocan en abusos como la Casa Blanca de la familia presidencial, muestra de la insensibilidad política que el grupo gobernante ha manifestado en los meses recientes. Para no respaldar al PAN no hace falta mas que recordar los muchos errores y la nula autocrítica de los gobiernos de Fox y Calderón, así como las simulaciones de algunos de sus miembros más conspicuos.

Las causas para no respaldar al Partido Verde se han convertido en noticia de primera plana y son ratificadas por el desvergonzado respaldo que le dan Televisa y Televisión Azteca. Nueva Alianza sigue siendo el brazo político de la descompuesta dirigencia magisterial. Movimiento Ciudadano es un frente de viejos priistas. El Partido del Trabajo reivindica a gobiernos autoritarios como los de Venezuela y Norcorea.

Encuentro Social y el Humanista son partidos de ideología deslavada y no representan mas que a sus ambiciosos dirigentes. Morena está al servicio de un caudillo mentiroso y pícaro; pocos personajes hay tan antidemocráticos como López Obrador.

El PRD se ha empeñado en no ser el partido de izquierda moderna que en algún momento pareció constituir: su lastimosa retractación de las importantes reformas que contribuyó a crear hace dos años da cuenta de su inconsistencia ideológica; el cobijo que algunos de sus dirigentes dieron a los corresponsables del crimen en Iguala ha sido la peor expresión de sus conveniencias o componendas políticas.

La política nunca es impecable, por supuesto. Sería ingenuo pretender que los partidos se apartaran completamente de costumbres e inercias que han definido a la vida pública del país durante demasiado tiempo. Pero en ninguno de ellos se aprecia un genuino esfuerzo de renovación. Se parapetan en las apariencias como aquel Príncipe en la novela de Lampedusa, para que todo siga igual.

Algunos aconsejan votar por el menos malo. En la vida, recuerdan, casi nunca hay opciones perfectas y por eso debemos preferir al menos peor. Esa apuesta por el realismo tiene algo de franqueza pero también de conformismo. El mal menor se elige cuando estamos ante la ineludible necesidad de tomar una decisión entre opciones que rechazamos y cuando son peores las consecuencias de no escoger una de ellas.

En esta elección no estamos ante dilemas de esa índole. Delante de la boleta electoral, tenemos la libertad de elegir a cualquiera de los partidos o a ninguno. Esa es la libertad que se ejerce con la anulación del voto.

También se equivocan quienes proponen la anulación del voto porque consideran que todos los partidos son iguales. Evidentemente no lo son. Algunos son más abusivos que otros. En varios de ellos hay ciudadanos bienintencionados. La política, como el resto de la vida, es complicada y no se resuelve en compartimientos maniqueos. Pero aunque tienen historias, circunstancias y quizá expectativas propias y por eso no son iguales, ninguno de los partidos actuales despliega una política diversa a la que nos disgusta a algunos ciudadanos. Claro que son distintos entre ellos. Pero ante rutinas y vicios de la política mexicana, ninguno hace ni garantiza una diferencia.

No tiene sentido anular el voto para dejarles un mensaje de reproche a los partidos. Si anulamos no es para movilizar la conciencia en los partidos sino debido a la ausencia de ella.

Anular el voto es una decisión dolorosa. Nadie invalida la boleta con alegría. Se trata de una acción que es resultado de la contrariedad y el desaliento. Pero quizá podría contribuir a enfatizar la necesidad de una política diferente.

Mi voto no está secuestrado. Mi albedrío ciudadano me permite otorgar o regatear el sufragio. Anular es una decisión anticlimática y pesimista, pero sincera y libre.

El mal menor no es elegir al partido que nos disguste menos, sino la decisión de no favorecer con nuestro sufragio a ninguno de ellos. El voto es mío, no de los partidos. No de esos partidos. Se trata de un dilema ético pero también estético.

 

10 comentarios en “En defensa del voto nulo

  1. Coincido plenamente con sus argumentos Raúl. Mi voto también será nulo. Gracias por expresar tan bien lo que pienso. ¡Saludos cordiales!

  2. Excelente reflexión de aquella, por primera vez intención del voto nulo promovida hace ya muchos años y traída a nuestros días actualizada y activa, el voto nulo era promovido y explicado en los años setenta dentro de las esferas universitarias, es momento de ver al pasado en este tipo de prácticas que deben de ser retomadas como una buena alternativa para esas votaciones. El Canal 11 del IPN tomó esta semana en el programa Sacro y Profano un interesante tema, la Masonería, el ponente masón explicó muy bien y con mucha lógica los antecedentes de los ahora partidos políticos en el tiempo, según esta tesis muchas de las bases de lo que ahora son los partidos políticos se fincaron en las logias masónicas, obviamente que ya no son ni la sombra de lo que fueron estas agrupaciones hoy representadas por siglas y colores de lo que fueron sus raíces, sin embargo paralelo o Independientemente a los partidos siguen existiendo en muchos municipios y ciudades importantes del país logias masónicas; sus miembros por años desde Juárez y demás, ocuparon el concierto nacional político, ¿a donde están ahora esos masones?, si siguen ahí en los partidos, distan muchos de los padres fundadores, por así decirlo de los partidos y sus maneras de pensar como las de Ignacio Ramírez, quien ya pugnaba por una Constitución igualitaria en derechos para el hombre y la mujer en el siglo XIX
    Un abrazo don Raúl.
    Carlos Mendoza

  3. Todo parece claro, pero quisiera saber que cosas cambian si se vota por los candidatos ciudadanos, en lugar de nulificar el voto

  4. TODO LO DICHO TIENE COHERENCIA Y SENSATEZ, SON ESPECULACIONES DE UN IDEALISMO CIVICO APRECIABLE, PERO, YA SE ADELANTO MUCHO CON INE Y VOTO, DE AQUEL PASADO QUE ESCAMOTEABA DEMOCRACIA Y PONIA LOS ESTUPIDOS COMPLICES DE SIEMPRE. COMO SEA HAY QUE VOTAR POR LOS QUE HAY, LOS SUGERENTES, INDEPENDIENTES, MAFIOSOS, ILUMINADOS O HIJOS DE LA FE; PORQUÉ, PUES PORQUE NO HAY OTROS Y ESE ES NUESTRO NIVEL Y ESA ES NUESTRA REALIDAD. EJ. A LOS PRESIDENTES LES HA QUEDADO GRANDE EL PAIS DONDE HACEN DESTROZOS, VENTAS DE GARAGE, TRATADOS DE LIBRE COMERCIO Y NEGOCIOS, LO HEMOS SABIDO SIEMPRE. IR A LA CASILLA ES INTENTAR SER Y ESTAR, QUE SEPAN QUE INTENTAMOS HACER CONCIENCIA SOBRE LAS RUINAS. SALUDOS

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